TDA bajo otra lupa

Los niños y en general todas las personas con TDA sufren un impacto negativo a diario como consecuencia de sus síntomas y actos. Sin embargo es muy importante descubrir sus fortalezas y enseñarles a potenciarlas; es una tarea que  requiere comprensión, paciencia, perseverancia, tolerancia y sobre todo conocimiento sobre este trastorno para lograrlo.

Por. Maestra Sandra Schaffer

Para cualquier niño, la culminación del ciclo escolar se traduce en el inicio de las esperadas  vacaciones de verano. Mejor regalo no podrían recibir, después de trabajar arduamente para escalar al siguiente año lectivo. Sin embargo, para algunos niños (y más aún, para los papás) la experiencia no fue tan agradable, ya que gran parte del tiempo el aprendizaje fue en línea y sus notas no reflejaron realmente sus conocimientos.

Es cierto que esa situación negativa se puede revertir; y es que no solo se trata de impartir conocimiento a los alumnos, se trata también de aprender a conocer a sus alumnos, identificar síntomas, comportamientos y las habilidades que cada uno tiene para identificar las fortalezas y debilidades en todas las áreas de su desarrollo y así permitir  al niño lograr un aprendizaje más significativo, a nivel académico, social y emocional. Al lograr identificar esto, los niños que no obtuvieron el desarrollo óptimo en estas áreas podrán recibir apoyo específico y así alcanzar los conocimientos y habilidades que se requieren para el siguiente curso escolar.

Tratamiento

Debe ser un trabajo integral e interdisciplinario. Se debe comprender que cada niño tiene sus características personales, únicas e irrepetibles, por lo que no se puede esperar un comportamiento y una respuesta igual en todos los que lo padecen.

El espectro de los trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad conocidos por sus siglas TDA/TDAH son trastornos neuropsicobiológicos,  es decir, intervienen aspectos  neurobiológicos, genéticos y ambientales; la prevalencia es de un 6 al 11% de la población y comúnmente se diagnóstica entre los ocho y diez años aunque cuando hay hiperactividad los síntomas  se observan en una edad más temprana.

El TDA es un nombre engañoso  para describir un tipo de mente diferente. Generalmente se habla de una colección de síntomas negativos pero me gustaría abordarlo desde el punto de vista positivo. Cuando le ayudas al niño a conocerse y sacar provecho de sus talentos podemos encontrar mentes brillantes. Si aprenden a controlar los aspectos que influyen negativamente en su vida podrán empezar a sacar partido de los positivos.

El abordaje óptimo de acuerdo a lo que yo he observado durante tantos años de trabajo y como resultado de las últimas investigaciones, es el combinar una terapia cognitiva–conductual y el tratamiento de Neurofeedback para lograr una auto-regulación de sus conductas y comportamientos.

Si logramos apoyarlos no viendo en la lupa sólo lo que no logran o lo negativo de sus comportamientos, lograremos desarrollar sus capacidades y así ver florecer niños más felices para convertirse en adultos productivos, reflexivos y exitosos.

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