Chagit Leviev, quien dirige una empresa multibillonaria, nos cuenta cómo le hace para ser la mejor versión de sí misma, algunos detalles de su pasión por los diamantes y cómo fue crecer en su familia. ¿A cuántos llamó la atención la historia que cuenta The Tinder Swindler?
Hace unos meses, vi el documental y, al terminarlo, comencé a investigar sobre la familia Leviev… y me topé con Chagit.
Originaria de Israel, creció entre Israel y Bélgica. Hace diez años, se mudó a Nueva York, donde dirige las compañías de su papá, Lev Leviev, en Estado Unidos, algunas relacionadas con inversiones, real estate y diamantes. “Lo especial de nuestra compañía es que estamos realmente integrados y que nuestra operación dentro del mundo del diamante comienza desde la mina y termina hasta la entrega al cliente”, comparte. “Mi padre comenzó este negocio hace 40 años; el nombre se ha hecho muy prestigiado dentro del medio, ya que él rompió el monopolio de los diamantes en el mundo y, desde entonces, la industria cambió”, dice Chagit. Hoy en día, piensa ella, el negocio es hecho de diferente manera.
Como segunda generación dirigiendo el negocio, ha añadido nuevos horizontes. Chagit es una mujer multicultural; tener que mudarse en varias ocasiones la hizo más flexible a los cambios: “Haber estado de ciudad en ciudad nos hizo independientes y fuertes a mí y a mis hermanos. Cuando eres un niño, esto te lleva a hacer nuevos amigos y aprender nuevos idiomas; además, te abre nuevos panoramas”.
Chagit estudió economía y negocios.Siempre soñó con ser diseñadora de modas, pero crecer en una familia rodeada por los negocios la llevó por otro rumbo.
“Aunque después de que me gradué, no quise comenzar a trabajar para mi padre enseguida. Quise crear mi propio nombre, y sumarme a la empresa familiar cuando me sintiera más preparada”, detalla. Al presentarse la oportunidad, Chagit se unió a la compañía… pero no fue fácil. “Mi padre nos educó de una manera en la que no había mucha explicación de cómo hacer las cosas, aprendíamos de los demás y al ver cómo se hacía todo. Teníamos que averiguarlo por nuestra cuenta”, explica. Fue lo mismo cuando llegó a Estados Unidos: ella misma tuvo que resolver cómo crecer la compañía en el continente americano.
Chagit, quien dirige las compañías de su padre en Estados Unidos, confiesa que disfruta mucho trabajar en el mundo de los diamantes, ya que es un negocio en el que está en contacto con los clientes, esforzándose por hacerlos felices: “Queremos estar siempre ahí para ellos, en sus momentos más felices, ya que es cuando compran diamantes”. Como la compañía de su familia maneja los diamantes más singulares de la industria, los clientes que se acercan a ellos saben lo que quieren, ya sea que busquen diamantes de un quilate o de veinte. No tienen ningún diamante igual, cada uno es especial.
A pesar de que su punto más fuerte son las ventas al por mayor, la empresaria busca ampliar la compañía para que todos puedan tener acceso a los diamantes, quiere convertir su venta en directa con los clientes… “Claro que tenemos nuestra carpeta de clientes, los cuales incluyen desde miembros de la realeza hasta las más grandes celebridades”.
Una anécdota que siempre recordará fue cuando sus padres le regalaron su primer diamante: al cumplir 12 años, en su Bar Mitzvah. “No importa qué tan grande sea su papá en los diamantes, cuando una niña recibe su primer diamante, es un momento que recuerda siempre. Hoy soy muy feliz de ser parte de las vidas de otras personas, poder compartir su momento especial de vida”. Y complementa diciendo que para ella, usar un diamante la da a cualquier mujer la satisfacción de sentirse empoderada.
Si planeas comprar diamantes, recomienda que siempre lo hagas de alguien que tenga una buena reputación, y no solo lo compres por el precio. “Nosotros tratamos de evaluar todos los aspectos que el cliente necesita, cuánto quiere gastar, qué es lo que busca. Hay gente que solo se enfoca en el tamaño, no en la calidad. Nuestro trabajo como joyeros es explicarle al cliente qué es lo que más le conviene: When and why to get it”.
Otro consejo que da es que es muy importante ver lo que estás comprando físicamente; de esta manera, puedes observar el diamante y su brillo. “Es importante sentirlo, ponértelo antes de comprometerte a comprarlo. Comprar un diamante es algo muy personal. Además, nunca pasan de moda y su valor solo incrementa conforme los años si es bien comprado y pasa de generación en generación”, comenta, y pone como ejemplo a Elizabeth Taylor, quien tenía toda una colección de joyas, algunas de las cuales han sido vendidas en subastas por miles y miles de dólares más de los que ella pagó.
También confiesa su predilección en joyas: “No tengo un diamante en especial que sea mi preferido. Las esmeraldas siempre se ven elegantes y clásicas. Todos tenemos una forma que nos guste más. Todo es cuestión de gustos y preferencias”.